Los trastornos mentales son uno de los temas que ha causado una gran polémica a lo largo de las décadas, donde, a pesar de distintos estudios, se ha puesto en tela de duda la veracidad y la fiabilidad que tienen los diagnósticos psiquiátricos para llegar a un determinado resultado de acuerdo a los síntomas de un individuo.
Existen distintos factores por los cuales, una determinada persona puede dudar abiertamente de la metodología que se sigue para catalogar a los pacientes como enfermos mentales, sin embargo, muchas veces estas consideraciones recaen en criterios culturales que, a pesar de ser importantes, no corresponden a las métricas científicas que determinan si un argumento es cierto dentro de la disciplina, no obstante, el experimento realizado por el psicólogo, David Rosenhan , hizo dudar a la psiquiatría de la veracidad y la ética con las cuales se diagnosticaba y atendía a un sujeto con problemas mentales, con resultados que atentan directamente a las metodologías planteadas hasta la fecha.
Así es como, Rosenhan en 1973, a partir de la influencia de la disciplina de la antipsiquiatría, comenzaría a desarrollar muchas dudas sobre la validez de las evaluaciones de trastornos mentales y posteriormente, llevaría a cabo un experimento para obtener información que aclararía las dudas latentes sobre el tema.
El experimento de los falsos pacientes
El experimento constaba de un diseño poco complejo, Rosenhan reclutó ocho voluntarios, con la finalidad de que estos se presentaran en distintas clínicas psiquiátricas bajo los mismos síntomas, los cuales eran, la presencia de voces que correspondían con el sexo del paciente, con temas muy precisos en los cuales se remarcaban conceptos como “vacío”, “apagado” y “hueco”. “Los voluntarios para el experimento fueron el propio Rosenhan, un estudiante de psicología, tres psicólogos profesionales, un psiquiatra, un pediatra, un pintor y un ama de casa.” (Sánchez, 2019).
Al realizar el procedimiento correspondiente, se internaron a todos los participantes en los centros correspondientes, sugiriendo que presentaban una sintomatología de “esquizofrenia”, sin embargo, esta era considerada “en remisión”, lo que significaba que no presentaban síntomas durante un periodo.
Durante la estancia de los pseudopacientes en cada uno de los centros psiquiátricos, mencionaron que el trato que recibían por parte del personal no era el adecuado para las personas con condiciones mentales no favorables, Rosenhan, de igual manera mencionó que el contacto con los voluntarios se limitaba solamente a 6 minutos en promedio, momentos en los cuales, se atendía a la persona en las cuestiones más necesarias (y obligatorias en términos generales, como la alimentación).
La metodología del experimento marcaba que los pacientes falsos debían mostrar progreso al estar internados, para que eventualmente fueran capaces de ser dados de alta como “sanos”, sin embargo, a pesar de la línea de trabajo planteada, se estableció por parte de los centros que debían quedarse más tiempo, convirtiendo así aproximadamente 19 días internados, en 52, tiempo durante el cual, ningún médico o personal notó las inconsistencias en los pacientes.
Los resultados del experimento arrojaron que el trato brindado a los pacientes era tan pobre como la certeza en los diagnósticos, Rosenhan mencionó que el sistema trabaja mediante etiquetas aplicadas a cada sujeto bajo perjuicios que impiden al paciente salir de su condición “crónica”.
Una vez entregadas las conclusiones del experimento, la polémica se desató en las áreas correspondientes al estudio de estos problemas, muchas opiniones de distintos sectores mostraban una fuerte duda acerca de la veracidad de los procedimientos empleados para determinar a las personas con condiciones específicas y llamarlos con gran seguridad como enfermos mentales.
Los argumentos generaron diversas críticas, a partir de las cuales, un hospital universitario aseguró que no habría error al determinar personas sanas y enfermas dentro de sus parámetros, por lo que Rosenhan envió a nuevos pseudopacientes (193 en total) para que fueran analizados y se determinara quiénes contaban con algún trastorno y quiénes no. Después de un tiempo, el proceso llegó a resultados determinantes, donde se sugirió a 41 posibles impostores, sin embargo, Rosenhan no había enviado a ninguna persona con mala salud mental, todas se encontraban completamente sanas, lo cual aumentó las opiniones de todo tipo, generando polémica sobre la subjetividad de las evaluaciones y el trato digno de los pacientes.
A pesar de ser un experimento realizado hace 47 años, los resultados siguen siendo determinantes en la concepción de los diagnósticos psiquiátricos y continúan generando dudas en distintos sectores acerca de los argumentos más sólidos de esta disciplina, además de las fuertes críticas también se abrieron nuevas oportunidades para estudiar de una manera más precisa los procedimientos, la confianza y la fiabilidad que existe en ellos, así como dio pie a nuevos planteamientos acerca de los trastornos mentales, convirtiéndolo así, en la pauta de trabajo de distintas personas encargas de evaluar los síntomas de las personas y asegurarse de que se lleven a cabo las medidas adecuadas para atender de la manera pertinente a cada uno de los pacientes.
Referencias
Aparicio, D.. (2012). David Rosenhan, el psicólogo que cambió los manuales psiquiátricos. junio 1, 2020, de PSYCIENCIA Sitio web: https://www.psyciencia.com/david-rosenhan-el-psicologo-que-cambio-los-manuales-psiquiatricos/
Sánchez, E.. (2019). El impactante experimento de Rosenhan y las dudas sobre la psiquiatría. junio 1, 2020, de La mente es maravillosa Sitio web: https://lamenteesmaravillosa.com/el-impactante-experimento-de-rosenhan-y-las-dudas-sobre-la-psiquiatria/